ara Agamben los campos de concentración durante el nazismo son una ejemplificación de esta pérdida de derechos y la reducción del ser humano a su máxima vulnerabilidad, por medio de su precarización existencial. Sin embargo, en la era global existen otros muchos ejemplos de esta vulneración extrema, que van desde el ámbito de lo público y laboral hasta lo más intimo: la destrucción tajante de los cuerpos a través de su uso predatorio, de su incorporación al mercado neoliberal desregulado como una mercancía más, ya sea a través de la venta de los propios órganos o como mano de obra cuasiesclavizada donde los derechos de propiedad sobre el propio cuerpo quedan desdibujados.
En este punto es necesario continuar hablando del cuerpo,2 ya que es el blanco fundamental de la necropolítica e implica una enunciación compleja y problemática.