La prudencia aristotélica —la phrónesis— no es mera precaución por miedo a decidir, lo que hace es tomar en consideración el supuesto de que el saber humano es limitado y se equivoca mucho. En este sentido, el pensamiento aristotélico se acerca más, siempre según Aubenque, al pensamiento trágico porque «exalta al hombre sin divinizarlo; lo pone en el centro de su ética, a sabiendas de que la ética no es lo más alto, que Dios está por encima de las categorías éticas, o más bien que la ética se constituye en la distancia que separa al hombre de Dios.»6