¿Qué ha ocurrido, pues? ¿Cómo tu pueblo, Francia, ese pueblo de buen corazón y sentido común ha podido llegar a ese miedo atroz, a esa intolerancia tenebrosa? ¡Le cuentan que un hombre quizás inocente sufre la peor de las torturas y que hay pruebas materiales y morales de que se impone la revisión del caso, y tu pueblo se niega violentamente a que se haga la luz, toma partido por los sectarios y los bandidos, por gente interesada en mantener el cadáver bajo tierra, ese pueblo que, ayer aún, hubiera vuelto a destruir la Bastilla para liberar a un preso!