En «Cómo ser un flâneur», dijiste que no considerabas que un largo paseo con un perro fuese genuina flânerie porque no era lo mismo que caminar sin rumbo y ser responsable de un perro impedía a las personas entregarse a la abstracción. En estos días paso tanto tiempo paseando a Apollo que no puedo imaginarme salir simplemente a pasear sola, pero lo que me impide entregarme a la abstracción o pensar mucho es la atención que atrae Apollo.