¡Pero no! ¡Ya basta! Tengo que sobreponerme y entender que mi casa es grande, y que tal vez en otro cuarto pueda hallar nuevas esperanzas y variados entretenimientos. Me voy, me voy a otro cuarto de mi casa, y que Pepa siga bañando día con día al insípido canario enjaulado. ¡Yo, después de todo, no estoy, no estaré nunca enjaulada!
Aquí siento que leo a la Pita adulta