Guadalupe Amor

Gabriel no se aflige tanto como yo. A veces, por la noche, le digo que no hay un centavo para amanecer… y él, con gran serenidad, contesta que no me preocupe, que deje todo en manos de Dios.

Y yo, Úrsula, con toda mi fe, no puedo conformarme con esta solución.

Tengo siete hijos y esta tropa de criadas! Lo que más me aflige a veces es que Gabriel ya está demasiado viejo para luchar. Cuando yo lo conocí era un hombre de cuarenta y tantos años, y nunca pensé que la gran diferencia de edad que había entre nosotros fuera a ser un problema. Y ahora, claro, él me protege moralmente… pero está muy cansado y yo tengo que cuidarlo casi como si fuera otro hijo.