Gail Honeyman

Me di cuenta de que esos pequeños detalles —igual que su madre me había hecho una taza de té después de comer sin preguntar y había recordado que no tomaba azúcar, o como cuando Laura puso dos galletitas en el platito del café que me trajo en la peluquería—, ese tipo de cosas, pueden significar mucho

Me di cuenta de que esos pequeños detalles —igual que su madre me había hecho una taza de té después de comer sin preguntar y había recordado que no tomaba azúcar, o como cuando Laura puso dos galletitas en el platito del café que me trajo en la peluquería—, ese tipo de cosas, pueden significar mucho

Supongo que una de las razones que nos permiten continuar nuestra existencia durante el tiempo que se nos asigna en este valle de lágrimas verdiazul es que siempre, por remota que parezca, existe la posibilidad del cambio

lo que me apetecía era vodka transparente y frío

No somos animales, Eleanor. Yo me entiendo bien con la aspiradora y la verdad es que Desi es un poco maniático de la limpieza

—¿Qué tal tú en el funeral? —pregunté tras otro sorbo delicioso.

Él le dio un buen trago.

—¿Aparte de tener que rescatarte de las garras de un pervertido? —No tenía ni idea de qué me estaba hablando—.

La selección destacada era Compañeros de juergas. No tenía ni idea de qué iba pero comprendí que, por mí, mientras estuviese allí calentita con él, podía ver hasta una partida de golf, si hacía falta

Yo era una mujer de treinta años con un cuelgue adolescente por un hombre al que no conocía y nunca conocería

Me había convencido de que era el mío, de que me ayudaría a volverme normal, de que arreglaría las cosas que estaban mal en mi vida

Yo no conocía al hombre que estaba ante mí en el escenario, no sabía absolutamente nada de él