Círculo de Tiza

muchas veces doy mucha más importancia a los comentarios hirientes y negativos, que a los positivos y alentadores

Si no nos arriesgamos a desafiar lo pautado, lo establecido, lo que provoca rechazo o incomodidad, si solo queremos escuchar cosas amables contadas en tono aséptico, va a ser difícil que de las universidades salgan estudiantes preparados para enfrentarse a la vida real,

llamada belleza– y la encuentra en las cosas aparentemente más corrientes:

Es imposible explicar cómo se escribe un buen libro, es decir, un libro que sea ameno.

Es imposible explicar cómo se escribe un buen libro, es decir, un libro que sea ameno. Pero esto es lo que hace que la profesión de escritor sea animada y apasionante: la constante posibilidad de fracasar

La historia más apasionante que te cuenta una amiga, con el fatal comentario de «Sé que tú puedes escribir un relato magnífico partiendo de esto», es casi seguro que no valdrá nada para el escritor. Si es un relato, ya lo es. No necesita la imaginación de un escritor, cuya imaginación y cerebro lo rechazan artísticamente, del mismo modo que su carne rechazaría un injerto de carne ajena. Una anécdota famosa sobre Henry James cuenta que cuando un amigo empezó a relatarle «una historia», James le hizo callar al cabo de unas cuantas palabras. James ya había oído bastante y prefería dejar el resto a su imaginación

No hay ningún secreto para alcanzar el éxito escribiendo, salvo la individualidad o, si se prefiere, la personalidad. Y como cada persona es distinta de las demás, solo al individuo le corresponde expresar lo que le diferencia de los demás. Esto es lo que yo llamo «la apertura del espíritu». Pero no se trata de nada místico. Es solamente una especie de libertad, de libertad organizada.

Y si uno quiere expresar la grande e inevitable derrota que nos espera a todos, tiene que hacerlo dentro de los límites estrictos de la dignidad y de la belleza.

Leonard Cohen.
Del discurso pronunciado al recibir
el Premio Príncipe de Asturias en 2011.

Estoy convencido de que aquello que disfruto escribiendo es lo que mejor me sale. Todo autor joven debería leer los cuadernos de Samuel Butler.

Hasta que no termine la novela, no leeré nada, salvo a Homero y literatura homérica e historia desde el año 540 al 1200. Y ruego a Dios no ver un alma durante seis meses.