III
Acaso nos veremos un día, casualmente, al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré, quizás: “Qué linda es, todavía”. Tú, quizás pensarás: “Se está poniendo viejo”.
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo, o con otra. O tu irás con un hijo que debiera ser nuestro.
IV
Y seguirá muriendo la vida, año tras año, igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto, o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas, pensaré en ti un instante; pero cada vez menos...
V
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando, pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Ya yo te habré olvidado definitivamente, y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizás, para entonces, al cruzar una calle, nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos).
VI
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra, las manos, para siempre, cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos, te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas, aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto