Me ha gustado que en páginas breves se aborda un tema muy complejo como es vivir y crecer en un ambiente profundamente violento como lo fue la dictadura militar en Chile. Pienso que la autora es certera cuando para hablar de las cosas horribles que sucedieron recurre a los sueños porque a veces esos traumas colectivos no pueden tener sentido si no son pesadillas. Es algo brutal en ese sentido: son pocas páginas pero se sienten como un golpe.
Me ha dejado cierta sensación de desasosiego pero concuerdo con que es necesario recordar para articular el horror que a veces se vive.