El martes siguiente confesó que el Diablo había entrado en su cuerpo la segunda noche después del primer rapto. Que cuando iba a acostarse, entró él por su boca (así lo imaginó) y desde entonces seguía dentro de ella, y aseguró que si en verdad había un Diablo en el mundo, lo tenía ella dentro, pero no sabía decir de qué manera le hablaba él.