El exiliado vive siempre fuera de lugar, a contracorriente, y está marginado, pero considera que esta insuficiencia es un privilegio. El desplazamiento que sufre puede a su vez tener un efecto desplazador sobre los que lo rodean y permitirles ver sus propias costumbres con una mirada nueva, descubrir una cultura allí donde creían obedecer a la naturaleza.