Detrás del cerro, el cauce. Detrás las luces encendidas. Detrás, detrás, como si en el reverso de las cosas, como si detrás de la cara que vemos se escondiera siempre el pedazo que falta.
Pero detrás del cerro, el cerro. Y el cauce era una cuenca vacía.
Por aquí el agua, dijo. Y señaló como un dios torpe una hondonada seca.