Pedro Calderón de la Barca

Pues, ¿tan parecidas

a los sueños son las glorias,

que las verdaderas son

tenidas por mentirosas,

y las fingidas por ciertas?

En batallas tales

los que vencen son leales,

los vencidos, los traidores.

Huyamos, Clotaldo, pues,

del cruel, del inhumana

rigor de un hijo tirano.

quien más su efecto huye,

es quien se llega a su efeto.

¡Mirad que vais a morir,

si está de Dios que muráis!

“¡Mirad que vais a morir

si está de Dios que muráis!”

Pero véate yo y muera;
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da,
el no verte ¿qué me diera?

¿y teniendo yo más alma,

tengo menos libertad?

porque en el mundo, Clotaldo,

todos lo que viven sueñan.

SEGISMUNDO: Pues en eso,

¿qué tengo que agradecerte?

Tirano de mi albedrío,

si viejo y caduco estás,

¿muriéndote, qué me das?

¿Dasme más de lo que es mío?

Mi padre eres y mi rey;

luego toda esta grandeza

me da la naturaleza

por derechos de su ley.

Luego, aunque esté en este estado,

obligado no te quedo,

y pedirte cuentas puedo

del tiempo que me has quitado

libertad, vida y honor;

y así, agradéceme a mí

que yo no cobre de ti,

pues eres tú mi deudor.