Una de las cosas que aprendieron de los estudios de mercado es que la gente no quería que le estuvieran dando la lata con el pecado, ni en general con nada que les hiciera sentir culpables. Si uno solo dispone de un día a la semana en que no tiene que trabajar, ni hacer recados o poner lavadoras, no está dispuesto a que se lo amarguen con la amenaza del infierno. Las megaiglesias (y las que aspiran a ese estatus) necesitaban sustituir las bases del cristianismo por otra cosa, y la mayoría de ellas lo ha sustituido por el pensamiento positivo; no porque sea bíblicamente “verdadero” o lo apoyen las Escrituras, sino porque garantiza la satisfacción del “cliente”, que es como muchos pastores se refieren a su parroquia