Si los insectos vuelan tú también puedes volar». Me quedé mirándole a punto de comprender. «Sí, Francisco sabe cómo volar. Él es un hombre sabio y conoce el mundo». Miré a Jonás sorprendido mientras él sonreía y asentía al tiempo. «Sí, un chamán sabe también cómo abrir nuestros ojos». Y vaya si sabía. Después de una corta ceremonia y de unos cuantos consejos traducidos por Jonás, aquella noche comencé a volar.