excepción de la flor de terciopelo rojo que llevaba torcida en la oreja, un liguero negro y unas medias de rejilla. Parpadeó ante la luz de la farola que se colaba por la ventana de una habitación de hotel que recordaba situada en el mismo pasillo que la suite de la fiesta. Después de un par de años de desenfreno sexual, se había vuelto muy pícara.
Creía recordar haber usado un preservativo, pero quizá no. ¿Y si el tío tenía una alergia o algo que le impedía usar condones? La habitación daba vueltas, igual que el estómago de ella. Rory ya había tenido rollos de una noche —algo que podía tachar de su lista de cos