«Si alguien quiere vernos aunque sólo sea por curiosidad, no se comunicará nunca con nosotros; pero si la voluntad lo lleva realmente y de hecho a inscribirse en el registro de nuestra confraternidad, nosotros, que juzgamos a través del pensamiento, les haremos ver la verdad de nuestras promesas; no señalamos dónde se encuentra nuestra morada en ningún lugar porque los pensamientos, unidos a la voluntad real del lector, serán capaces de hacérnoslos conocer y hacer que él nos conozca.»