A veces, mientras pedaleaba en su bicicleta china y contaba una historia, yo sonreía desde atrás, porque resultaba como raro, no sé, fuera de lo que uno imagina normal, que una persona de tanta cultura, que ha viajado, un estudioso que tiene montones de experiencias y está dispuesto a comerse el mundo, en fin, que alguien como él no tuviera más que una bicicleta para moverse. Pero este país es así. Un día se lo dije. ¿Y sabes qué contestó? Que la bici estaba bien para los músculos de las piernas, todo lo demás él lo llevaba por dentro. Leonardo era, sin duda, un tipo muy positivo.