No es menos significativo el panorama intelectual de las masas en los movimientos comunistas y fascistas de Alemania antes de 1933. Era bien conocida, especialmente para los propagandistas de ambos partidos, la relativa facilidad con que un joven comunista se convertía al nazismo, o viceversa. Comunistas y nazis chocaban entre sí con más frecuencia que contra los demás partidos simplemente porque los dos competían por apoderarse de unas mismas mentalidades y guardaban el uno por el otro el odio que se profesa al hereje. La práctica demostró cuán íntimos eran sus nexos. Para ambos el verdadero enemigo, el hombre con quien nada tenían en común, era el liberal al estilo antiguo. Aunque el comunista para el nazi, y el nazi para el comunista, y el socialista para ambos, es un recluta en potencia hecho, por decirlo así, de material catequi-zable, ambos saben que no hay transacción posible entre ellos y quienes creen en la libertad individual.