UNA FÁBULA
DOS mujeres
con la misma demanda
a los pies se postraron
del sabio rey. Dos mujeres,
pero sólo un bebé.
Supo el rey
que una de ellas mentía
y dijo: dejad que la criatura
sea partida en dos; así nadie se irá
con las manos vacía.
Sacó su espada.
Entonces una
de las dos mujeres
renunció a su parte:
y ésa fue la señal,
la lección.
Imagínate ahora
que ves a tu madre
desgarrada entre dos hijas:
qué podrías hacer
para salvarla sino estar
dispuesta a destruir
tu propia vida.
Ella sabría
distinguir a la auténtica,
la que no aguantaría que a su madre
la partieran en dos.