La vi acercarse a la plaza del Virginia’s, bar y recreativos en uno, en el coche de su madre. Cuando bajó del vehículo, creí que el tiempo se detuvo para siempre. Por desgracia para mí, no fue así; por suerte para ti, tampoco. Fue una escena de esas películas moñas para adolescentes en las que la chica popular se pasea a cámara lenta de manera extremadamente pomposa. Su melena cobriza parecía arder con la luz del sol, la camiseta se ceñía a ella como un guante y la falda… Sí, era preciosa, pero también la hermana de mi amigo. Y, no, Q no sabía nada.
En realidad, me gustaría darte las gracias, porque siempre podré soñar con que Janine y yo estábamos destinados a envejecer juntos si todo hubiese sido diferente.