Lina Meruane

La noche estaba llena de manos y dedos. La noche llena de urgencias.

En New Jersey yo me había olvidado del castellano. Después, en Santiago, me olvidé del inglés. Me estoy olvidando ahora de mí misma, pensé.

no se escribe, dijo, únicamente con los ojos y las manos, entonces, por ahora, añadió, como quien da una orden perentoria, ahora mismo, en cuanto colguemos, ponte a escribir en tu cabeza.

Volverme la patrona del callejón o encontrar la salida.

calle no era un lugar, era una multitud de ruidos dándose de codazos y apretones

Porque esa era la única certeza: inaugurar nuestra vida con copas lavadas por la penumbra, dejarnos aturdir por el silencio.

una embarazada en espera de su desgracia.

me operara ahí donde ellos, que eran la familia, ese turbulento clan de origen mediterráneo armado de amor hasta los dientes, donde ellos, todos juntos o alternándose en turnos, pudieran hacerse cargo. A

Sin saberlo ellos conspiraban contra mi escasa paz interior, contra mi imperiosa necesidad de estar un poco sola con mis miedos y mi enorme ingratitud. Conmigo misma y mis oscuros propósitos

yo vuelta una materia amorfa que en su caer acababa por derribar al resto de mi numerosa familia.