Como la mona sentía un enorme respeto por la mujer sabia, se esmeró en que su testimonio fuera lo más exacto posible. Cuando terminó, el señor Vishnú declaró que el dios Indra había cometido un grave pecado en contra del brahmán; era necesario realizar un sacrificio que lo purificara. Llamaron al dios Indra y realizaron el sacrificio que requirió la sangre de un semental. Fue así como mataron a un caballo, purificaron a un dios, apaciguaron a un brahmán, destruyeron a una mujer y a la mona tuerta la dejaron completamente perpleja