En los palacios renacentistas se llamaba studiolo al pequeño salón donde el príncipe se retiraba a meditar o leer, rodeado de cuadros que amaba de modo especial. Este libro es, para su autor, una especie de studiolo. ¿No son acaso una especie de paraíso las imágenes de las cuales cada uno de nosotros querría estar siempre acompañado? U