Una cosa te digo, hablando de bosques —siguió papá—. Y es que todo el mundo lleva dentro un bosque que es solo suyo, uno que se saben de memoria y que los hace sentirse a salvo. Y tener tu propio bosque es lo más bonito que hay. Con que te pasees lo suficiente por este bosque, pronto conocerás cada piedra, cada tramo peliagudo, cada abedul partido. Y entonces el bosque será tuyo, te pertenecerá.