Por otro, en general tenemos la sensación de adaptarnos a cualquier situación que se nos presente, incluso sin darnos cuenta. Nos afectan impulsos inconscientes que no entendemos y que a menudo no sabemos de dónde vienen. Nos contradecimos. Decepcionamos las propias esperanzas y expectativas y traicionamos nuestras mejores intenciones. Sometida a análisis, toda esa noción de una identidad central básica parece más un deseo que una realidad. Quizá a base de concentración y disciplina podamos acercarnos a esa imagen que se refleja al fondo del pensamiento, la del yo ideal. No es una aspiración del todo disparatada, salvo que degenere en la exigencia de perfección de uno mismo y de los que nos rodean