Thomas Merton decía que la vida del hombre moderno es deficitaria en autenticidad, ya que la mayor parte de las decisiones se nos imponen y nuestra existencia se encuentra cada vez más programada por los demás. En esa situación, los «momentos de la verdad», aquellos momentos en que descubrimos cómo somos realmente y cuál es nuestra misión en el mundo, escasean, o, si se presentan, no somos capaces de reconocerlos.