Miguel León-Portilla

  • Mauricio Coronelцитирует2 года назад
    no fue Las Casas quien propuso por vez primera el envío de negros. Consta que ya desde 1502 habían sido introducidos negros en La Española para el trabajo en las minas. El otro hecho es que, al percatarse Las Casas años después de la grande injusticia que implicaba la esclavitud de cualesquiera seres humanos, se arrepintió de su antigua propuesta.
  • djhch197281265цитируетв прошлом году
    sénior, don Manuel Gamio, don Ángel Ma. Garibay y don Alfonso Caso. Sin duda, al elegirme
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    Reiterando que no concierne a la historia demostrar o rechazar la existencia de milagros, apariciones o teofanías, y apartándome de la increíblemente prolongada polémica entre creyentes guadalupanos y antiaparicionistas, señalaré en qué me parece está el interés del relato del Nican mopohua. Hay dos hechos que tengo por evidentes. Uno es que, además de ser este texto una joya de la literatura indígena del periodo colonial, es también presentación de un tema cristiano, expresado en buena parte en términos del pensamiento y formas de decir las cosas de los tlamatinime o sabios del antiguo mundo náhuatl
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    Ahora bien, afirmar que en este relato —publicado por vez primera en náhuatl, sin traducción alguna, hasta 1649 por el bachiller Luis Lasso de la Vega, capellán del santuario de Guadalupe— hay vestigios del antiguo pensamiento y forma de expresión indígenas, supone esclarecer antes dos cuestiones principales. Una se relaciona con su contenido, la fecha aproximada en que fue compuesto y lo concerniente a su autor. La otra tiene que ver con la identificación misma de esos vestigios de la visión nahua del mundo y de la estilística prehispánica, perceptibles en el relato
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    AUNQUE ESTE RELATO ES AMPLIAMENTE CONOCIDO, no estará de más recordar ahora en forma sumaria su contenido. El texto habla de cuatro apariciones de la Virgen María al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Se muestra sorprendido éste al principio al escuchar cantos de aves preciosas a las que el monte parece responder. Oye luego que alguien lo llama. Pronto se da cuenta de que es una noble señora, a la que se acerca y contempla. Ella le dice que es la madre del Dador de la vida, Ipalnemohuani, Dueño del cerca y del junto, Tloque Nahuaque. En seguida le encarga obtenga del obispo de México, fray Juan de Zumárraga, se le edifique un templo en el llano, al pie del cerro. El indio se sorprende hondamente. Piensa que tal vez se halla en la Tierra florida, Xochitlalpan, en la Tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan, de la que hablaban los ancianos. Luego acude al obispo en dos ocasiones pero no logra persuadirlo de la misión que le ha confiado la que ya sabe es la Virgen María. Lo más que obtiene del obispo es la petición de que esa señora, para él no conocida, le haga llegar alguna señal que pueda convencerlo. La señal serán las flores preciosas que la Virgen le ordena corte en la cumbre del Tepeyac, donde sólo se daban abrojos, nopales y mezquites. Juan Diego las recoge y las coloca en el hueco de su tilma o capa y las lleva ante la presencia del obispo. Extiende entonces su tilma y contempla cómo las flores se esparcen. El relato concluye diciendo que en ese momento quedó pintada en la tilma del indio la imagen de la Virgen ante los ojos asombrados del obispo y de cuantos estaban con él
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    Es cierto que Sahagún se manifestó adverso al culto de Tonantzin Guadalupe al escribir hacia 1576 el texto en castellano de su Historia general de las cosas de Nueva España, donde notó:
    Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde se solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos desde muy lexas tierras. Uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeácac y los españoles llaman Tepeaquilla, y agora se llama Nuestra Señora de Guadalupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses, que la llamaban Tonantzin y que quiere decir Nuestra Madre. Allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa. Y venían a ellos de más de veinte leguas de todas las comarcas de México y traían muchas ofrendas. Venían hombres y mujeres, mozos y mozas a estas fiestas. Era grande el concurso de gente en estos días, y todos decían Vamos a la fiesta de Tonantzin
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    desprende claramente de ellas al manifestar que “de dónde haya salido esta fundación desta Tonantzin no se sabe de cierto”, es que Sahagún, celoso escudriñador de las idolatrías, no aprobaba hacia 1576 la que era ya una muy extendida devoción popular ni tampoco, si es que lo conoció, el relato que sobre el origen de ella había escrito dos décadas antes su antiguo discípulo
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    Recibía ya, por tanto, en esa fecha de 1556, amplio culto la pintura colocada en la ermita del Tepeyac, la de Guadalupe Teotl inantzin, Madre de Dios. Ese culto se le rendía allí donde no mucho antes se había adorado a Tonantzin, Nuestra madre que, con Totahtzin, Nuestro padre, integraba el ser del supremo Dios dual, Ometeotl. Añadiré que varios anales en náhuatl, coincidiendo con lo dicho por esos declarantes de 1556, se refieren también al culto de la Virgen de Guadalupe en el mismo Tepeyac
  • gelivmeцитируетв прошлом году
    Valeriano, educado en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, debió conocer también algunos relatos acerca de apariciones de la Virgen María en distintos lugares, principalmente de España. En esos relatos es muy frecuente encontrar que la Virgen, deseosa de que se le edifique un santuario, encarga a un pastor o un jornalero, en fin, a una persona del pueblo, sea su mensajero ante quien habrá de cumplir su voluntad. Recuérdense aquí los casos más cercanos a nuestro tiempo de Lourdes y Fátima, en que son unas jóvenes muy sencillas las que actúan como intermediarias
  • Liliana Estradaцитируетв прошлом году
    En una palabra, con apoyo en los textos, puede afirmarse que el vocablo yuhcatiliztli, “el existir de un modo determinado”, significó para los antiguos pueblos nahuas algo bastante parecido al concepto de cultura, con sus manifestaciones de muy variada índole, tanto materiales como espirituales.
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