AUNQUE ESTE RELATO ES AMPLIAMENTE CONOCIDO, no estará de más recordar ahora en forma sumaria su contenido. El texto habla de cuatro apariciones de la Virgen María al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Se muestra sorprendido éste al principio al escuchar cantos de aves preciosas a las que el monte parece responder. Oye luego que alguien lo llama. Pronto se da cuenta de que es una noble señora, a la que se acerca y contempla. Ella le dice que es la madre del Dador de la vida, Ipalnemohuani, Dueño del cerca y del junto, Tloque Nahuaque. En seguida le encarga obtenga del obispo de México, fray Juan de Zumárraga, se le edifique un templo en el llano, al pie del cerro. El indio se sorprende hondamente. Piensa que tal vez se halla en la Tierra florida, Xochitlalpan, en la Tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan, de la que hablaban los ancianos. Luego acude al obispo en dos ocasiones pero no logra persuadirlo de la misión que le ha confiado la que ya sabe es la Virgen María. Lo más que obtiene del obispo es la petición de que esa señora, para él no conocida, le haga llegar alguna señal que pueda convencerlo. La señal serán las flores preciosas que la Virgen le ordena corte en la cumbre del Tepeyac, donde sólo se daban abrojos, nopales y mezquites. Juan Diego las recoge y las coloca en el hueco de su tilma o capa y las lleva ante la presencia del obispo. Extiende entonces su tilma y contempla cómo las flores se esparcen. El relato concluye diciendo que en ese momento quedó pintada en la tilma del indio la imagen de la Virgen ante los ojos asombrados del obispo y de cuantos estaban con él