Cuando las mujeres disfrutan de sus propias fuentes de ingresos y el Estado garantiza la seguridad social en la vejez, la enfermedad y la discapacidad, las mujeres no tienen motivos económicos para permanecer atadas a relaciones abusivas, alienantes o insanas por el motivo que sea. En algunos países, como Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Yugoslavia y Alemania Oriental, la independencia económica de las mujeres se tradujo en una cultura en la que las relaciones personales podían establecerse sin influencias del mercado. El matrimonio por dinero ya no era necesario.