Cruzan todos los límites. Se excitan con palabras, con imágenes, ninguno de los dos parece detenerse en esta batalla de emociones. Pierden la noción del tiempo, de ellos mismos. Llegan al clímax juntos, al mismo tiempo que el cielo, que con truenos y relámpagos desencadena una tormenta eléctrica de esas que parecen arrasar con todo. Transpirados, con la respiración cortada por lo vivido, agotados de tanto placer y sin palabras, se miran como si lo hiciesen por primera vez.