Los humildes, la inmensa mayoría de la población, veían cómo sus pobres monedas valían menos cuanto más dinero había y más aprisa circulaba. Además, el crecimiento demográfico, muy fuerte en esta centuria, presionaba los salarios a la baja en un momento en que la abundancia de moneda impulsaba los precios al alza. Al final del siglo, la situación de las masas populares llegará a ser dramática. Incluso la nobleza, que vivía entonces de las rentas fijas pagadas por los campesinos, padecía la inflación mientras, forzada por los reyes a residir en la corte o cerca de ella, lejos de sus viejos castillos, debía soportar gastos mayores. Por el contrario, comerciantes, armadores, banqueros y artesanos se enriquecieron.