Luis E. Íñigo Fernández

  • b1189908193цитирует2 года назад
    José Luis Ibáñez Salas

    Director de la colección Breve Historia
  • Jimenaцитирует2 месяца назад
    posee un cerebro cuyo volumen medio es de mil trescientos cincuenta centímetros
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    En efecto: el poder lo detentaban los de siempre; la riqueza estaba en otras manos. Era cuestión de tiempo que sus propietarios considerasen su derecho la participación en el proceso de toma de decisiones. El Parlamento, en el que tanto la gentry rural como los burgueses estaban cada vez más representados, podía servirles de eficaz medio de expresión frente a una Corona que, lejos de mostrarse sensible a sus argumentos, se abrazaba cada vez más a la Iglesia y los aristócratas. El puritanismo, con su exaltación de la ética personal –algo de lo que, a sus ojos, carecían la Corona, la Iglesia y los aristócratas– les suministraba la imprescindible cohesión ideológica que necesitaban, así como, llegado el caso, organización y liderazgo. Los jugadores se miraban frente al tablero. El barril estaba lleno de pólvora
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    Así las cosas, la decisión del rey Carlos I de gobernar sin el Parlamento, imponiendo los tributos a su albedrío, fue vista por la oposición como una verdadera provocación que facilitó su unidad frente a la Corona en un momento en el que los partidarios de esta, la Iglesia y los aristócratas, estaban más divididos que nunca, y todo ello en el contexto de una profunda crisis económica que provocaba el malestar de las clases populares y las hacía proclives a la rebelión. Si la oposición se levantaba y lograba movilizar al pueblo, la Corona estaría perdida
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    En la Europa continental el absolutismo no se impuso tan sólo como resultado del creciente fortalecimiento del poder del rey, sino de la permanencia de estructuras sociales que en el caso inglés se habían debilitado mucho entre las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del XVII. Mientras en las islas se fortalecían con rapidez el comercio y las manufacturas, crecía la riqueza, y la Iglesia y los aristócratas perdían peso frente a la pequeña nobleza rural y la burguesía, tales procesos se desarrollaban mucho más despacio en el continente. Privados de su poder los estamentos privilegiados tradicionales y sin nuevas clases capaces de disputar al monarca su autoridad, esta no podía sino crecer y crecer hasta convertirse en absoluta.
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    Pero hay algo más que religión y política tras el arte barroco: la crisis de la conciencia europea no es sólo, como vimos, una crisis religiosa, sino de pensamiento. El hombre del Renacimiento era optimista porque su razón recién descubierta le había llevado tan sólo a descubrir un orden natural dentro del que él mismo se sentía a gusto, y ese orden natural era equilibrado, armonioso, sereno. Ahora, en el siglo XVII, Descartes impone la duda como método y concluye que nuestros sentidos pueden mentirnos; lo que perciben puede no ser cierto; el orden puede ser engañoso; lo único de lo que podemos estar seguros es de que existimos y de que, como sujetos, percibimos el mundo subjetivamente. ¿Cómo no iba el arte a hacerse eco de un cambio de perspectiva tan radical? El artista no representa el mundo como es, porque esto es imposible, sino como lo percibe, y ¿acaso la realidad que percibía en aquella centuria atormentada era armoniosa, pacífica, agradable a los sentidos? Es obvio que no.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    El XVIII es el siglo de la crítica. Se critica desde la sátira y la burla, desde la reflexión seria y meditada, desde imaginarios libros de viajes que enfrentan las miserias de lo europeo con las bondades de una sociedad utópica. Se critican los valores y las normas, los usos y las costumbres, los fundamentos mismos de la sociedad. Se critica el cristianismo, que encarna por sí solo casi todo cuanto desprecian los filósofos al uso: la primacía de la fe sobre la razón, la concepción de la vida terrena como un medio, la maldad radical del ser humano, la autoridad como argumento que se basta a sí mismo, la revelación como fuente del conocimiento de Dios. Y frente a él, esencia primera de lo viejo, de lo caduco, de lo erróneo, se plantan los cimientos de un mundo nuevo en el que la Razón, erigida en diosa, habría de reinar por derecho propio, inspirando cada dimensión de la vida colectiva de los seres humanos, iluminando su existencia con una intensidad mucho mayor de lo que lo había hecho la fe. Ha nacido la Ilustración.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    mientras esta educación llega, los ilustrados se entregan con arrojo a la tarea de divulgar su pensamiento. La Enciclopedia, compendio del saber de la época, extiende por toda Europa los conocimientos útiles que han de asegurar al individuo la felicidad. Con ellos, se difunden también nuevos modelos de comportamiento. Triunfa la mujer, que encarna el placer, la sensualidad, el amor frívolo; lo hace el filósofo, conciencia crítica de los males de su tiempo; también el burgués, símbolo del trabajo, el esfuerzo y el conocimiento útil; y el aventurero, encarnación suprema de la libertad y el cosmopolitismo…
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    Una economía más dinámica, más productiva, erigida sobre las manufacturas y el comercio, no haría sino poner en marcha poderosas fuerzas económicas y sociales que, cuando alcanzaran un cierto grado de desarrollo, se revelarían incompatibles con los estamentos, los privilegios, la propiedad vinculada y, en fin, el propio absolutismo. Si los ministros ilustrados tenían éxito, abrirían sin querer la puerta al capitalismo, y este necesitaba para arraigar y crecer algo tan sencillo, pero a un tiempo tan radicalmente incompatible con el Antiguo Régimen, como la libertad.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltцитирует2 года назад
    Y por fin, cuando el triunfo británico sobre los Borbones en la crucial guerra de Sucesión española, sellada por el tratado de Utrecht de 1713, abrió en la práctica a los mercaderes de las islas las puertas del vasto Imperio español en América, su primacía económica, que no haría sino consolidarse y ampliarse a lo largo de la nueva centuria, quedó asegurada. ¿Acaso no había motivos para la confianza?
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