Algo que he descubierto: la gran cantidad de mecanismos de defensa que ponemos en juego contra el sufrimiento. Uno, negar las causas, minimizarlas. Esto, realizado por ellos, es valeroso. (Sí estamos bien, dormimos bien, no te preocupes). Realizado por nosotros, es vergonzoso. «¡Si están lo más bien!», decía una señora, madre de un muchachito del P.O.R. «Pensar que los vemos una hora entera a la semana, además, y no media hora cada quince días como a los del Penal de Libertad».
Negar el sufrimiento, compararlo con otro peor, habituarse a él, he ahí tres mecanismos de defensa que entran en juego, constantemente. Entonces todo tiende a parecer natural. En las largas filas frente a los cuarteles, colas de gente esperando la visita, se oyen a veces risas. ¡Ah!, el humor también