admirable en un país donde cada individuo que ha leído Cien años de soledad pretende ser escritor, publica libros financiados por el Estado y hasta recibe becas. Jamás he conocido a alguien con tan buen vocabulario. Un pasatiempo mío era anotar en una libretita las palabras raras que me encontraba en los libros y preguntarle sus significados; ella me los decía sin necesidad de consultar el diccionario.