Por supuesto, él finge no conocer a Marianne en el instituto, pero no tenía intención de que eso saliera a relucir. Así es como tiene que ser. Si la gente descubriese lo que ha estado haciendo con ella, en secreto, mientras la ignora día tras día en el instituto, estaría acabado. Iría por el pasillo y los ojos de la gente lo seguirían, como si fuera un asesino en serie, o peor. Sus amigos no lo consideran un desviado, no lo ven alguien que podría decirle a Marianne Sheridan, a plena luz del día, completamente sobrio: ¿Te parece bien si me corro en tu boca? Con sus amigos actúa con normalidad. Marianne y él tienen su propia vida privada en el cuarto de Connell, donde nadie puede venir a molestarlos, así que no hay razón para mezclar esos dos mundos aparte. Aun así, se da cuenta de que ha perdido su punto de apoyo en la discusión y ha dejado un resquicio para que surja el tema, aunque no era su intención, y ahora tiene que decir algo.
¿No lo harías?
No.
Vale, pues pongo filología en el Trinity.