Eso nos pareció: que antes que cualquier otra cosa, el Güero era un hombre triste que había visto morir a su familia y se sentía de algún modo enterrado con ellos. Tal y como nos sucede a nosotros cuando perdemos a nuestros seres queridos. Cuando nos los arrebatan brutalmente. Y que por eso era necesario, casi desesperado, aprender a deducir qué pensaba, qué sentía, quién era.