Bella. Desde el inicio no pude despegarme de esta novela, el tono es pausado y los paisajes de la llanura argentina son hermosos. Como los duelos, tiene ese ritmo de un tiempo que es y no es, de una rareza calmada que aunque no creamos es posible estar ahí. La huerta del protagonista es casi una metáfora de la vida: unx dispone ciertas cosas y la vida, fuera de nuestro control (como dice el protagonista), hace lo suyo, muchas veces en un ritmo tan distinto del que nos gustaría.