conocido a bastantes escritores, artistas, editores, profesores, pintores, ninguno de los cuales era un hombre natural de veras, un individuo interesante. Tenían mejor aspecto sobre el papel o en pintura y, aunque es innegable que tiene su importancia, sigue siendo muy incómodo estar sentado frente a esas mismas criaturas y oírlas hablar o mirarlas a la cara. La semilla vital, si es que la hay, se perdió en la obra. En busca de diversión y satisfacción, de elegancia y admiración he tenido que ir a otra parte. Y entre el enjambre de hombres, todos tan semejantes, siempre se puede encontrar al loco o el santo original. Me he encontrado con unos cuantos pero os voy a hablar de unos pocos.