No hay sitio a salvo. Descansa en todas las grietas del barco, en las literas de metal, tras las provisiones, en los tesoros que ocultamos de la herrumbre, sonriendo con su presencia.
Y cuando los hombres se desnudan, la encuentran entre sus muslos, protegida entre la pierna y los testículos.
Los marinos son la mujer de Lot.
Seres de sal.