Pero Sputnik los observó y sí se le ocurrió que podrían estar más sabrosos que el balón.
Rociцитируетв прошлом году
Ahí se despidió de David. Quien diga que las lágrimas de cocodrilo no fueron sincerísimas, en esta ocasión, miente.
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Esto es, no fueron felices para siempre, ni ellos ni los caimanes. Pero nadie lo es. Y en cambio, les daba alegría verse y estar juntos. Eso vale mucho.