Fue el auge del cristianismo lo que supuso el final de la escritura jeroglífica. A comienzos del siglo cuarto, el emperador romano Constantino se convirtió a dicha fe. Y ese acto espoleó uno de los cambios de curso más importantes en la historia del mundo. Más avanzado el siglo, el cristianismo se convertiría en la religión oficial de Roma. Y a finales de este la enclenque nueva fe se volvería lo bastante poderosa como para proscribir a sus rivales.
En el año 391, el emperador romano Teodosio el Grande ordenó que todos los templos de Egipto fueran destruidos como afrentas al cristianismo. (El castigo por adorar a los antiguos dioses paganos, incluso en la privacidad del hogar, era la muerte).