–Discutiría para no perder la costumbre –responde–, pero es verdad.
Me sonríe y mi corazón choca contra el esternón porque me doy cuenta de que estaba equivocada: por primera vez en meses (quizá años) estoy feliz. Y es con Ethan.
Pero soy una experta en autoboicotearme y vuelvo a viejos hábitos:
–Debes estar esforzándote para no hacerlo.
–Es divertido discutir contigo –Ethan se ríe y me doy cuenta de que no me está pinchando, me está elogiando.
–Ya basta.
–¿Basta de qué? –Me mira y luego vuelve al camino.
–De ser agradable. –Y, por Dios, cuando vuelve a mirarme para saber si estoy bromeando, no puedo evitar sonreír. Ethan Thomas está haciendo algo extraño con mis emociones