Patrick Boucheron

Es lo que pasa con los historiadores, que a menudo escriben sus libros para darse aires.

Escribir, escribir, siempre escribir, ¿cuándo lo querrán por fin?

El intento fracasó. Si la intención de Maquiavelo, al escribir El príncipe, era demostrar hasta qué

punto un hombre de su temple era indispensable para la conservación del Estado, claramente fra­casó. El libro no pasó desapercibido y durante 1514 Nicolás Maquiavelo tuvo algunas esperanzas de recuperar el favor de las autoridades florentinas. Pero esa esperanza se vio rápidamente defraudada.

su juventud, intentó traducir a Terencio y escribió una primera obra, hoy perdida, de la que solo conocemos el título: Las máscaras.

Pero hay algo seguro: ya nunca dejará de escribir, entregándose a todos los géneros, pasando velozmente de uno a otro. Poesía, teatro, tratados, filosofía moral, historia: todo viene bien para ejercer ese arte de la palabra justa que, según él, exige la maldad de los tiempos. Porque cuando no existe más que una relación incierta entre las palabras y las cosas, cuando un poder injusto obra para volver inoperante el lenguaje político, entonces la exigencia literaria se torna imperiosa.

La “lengua de madera” no solo es pesada y repetitiva: como apunta a ocultar una in

Gobernar es actuar en medio de la ceguera de la incertidumbre

El 4 de mayo de 1519 muere Lorenzo II de Médici, a los 27 años,

Para Maquiavelo, escribir la historia consiste en saber mostrarse desagradable