Si lo pensamos un poco, jamás habríamos llegado hasta aquí si la mente de nuestros antepasados no hubiera tenido esta capacidad increíble para inventarse realidades y no nos hubiera transmitido precisamente esa capacidad que nos permite adaptarnos al ambiente prediciendo la realidad más probable antes de que ocurra, transformando los recuerdos pasados de modo que tengan sentido y sirvan para adaptarse al presente, y para anticipar el futuro. Y esta mente nuestra se equivoca con cierta frecuencia al imaginar ese león, o el futuro, incluso lo que realmente ocurrió en el pasado. Nos equivocamos, nos engañamos a nosotros mismos más de lo que nos gusta reconocer. Pero también acertamos con frecuencia y, más importante aún, nuestra mente es capaz de evocar los recuerdos que, verídicos o no, le son de utilidad para adaptarse lo mejor posible al momento actual, y también al futuro que está por llegar y que deberemos ir prediciendo de la mejor manera que seamos capaces para poder adaptarnos a él.