Jesús Ramírez-Bermúdez

Nuestro cerebro está diseñado para generar poderosas reacciones químicas y eléctricas frente a las amenazas del entorno

para entender el problema de la depresión mayor tenemos que estudiar el problema de la violencia en nuestras sociedades

En los países donde hay incrementos en la violencia suele haber también un aumento en problemas clínicos como el trastorno por estrés postraumático y otros trastornos mentales

En los países donde hay incrementos en la violencia suele haber también un aumento en problemas clínicos como el trastorno por estrés postraumático y otros trastornos mentales

Las investigaciones en neurociencias tan sólo nos ayudan en este sentido a conocer las repercusiones físicas y mentales del abuso, y con un poco de suerte, a diseñar alternativas terapéuticas y a conocer los factores de resiliencia que pueden facilitar la recuperación temprana de las víctimas.

podemos decir que el maltrato ha ocasionado una perturbación en los mecanismos fisiológicos que nos permiten aprender a anticipar el castigo de manera racional.

la predisposición genética podía actuar como un “amortiguador” del estrés, o como un factor de vulnerabilidad

l conocimiento de los factores biológicos de vulnerabilidad es importante, porque nos permite entender por qué un mismo evento puede llevar a desenlaces muy distintos a personas diferentes: cada uno de nosotros reacciona en función de su historia y de sus disposiciones biológicas.

En otras palabras, si nos preguntamos qué tanto influye el estrés ambiental en el desarrollo de depresión, el estudio de Avshalom Caspi contesta: depende de tu genotipo: si tienes la variante

l/l, eres bastante resistente al estrés. Pero si tienes la variante s/s, eres mucho más vulnerable frente a los eventos estresantes del ambiente. Los dos factores importan: la genética y el ambiente.

En general, esto nos plantea dos posibles autocríticas que la ciencia psiquiátrica debe plantearse: La primera posibilidad consiste en pensar que la depresión mayor es un fenómeno complejo que resulta de múltiples interacciones sociales, fenómenos psicológicos y procesos corporales, y que difícilmente puede reducirse a una falla en una sola molécula como la serotonina… el anhelo de encontrar una explicación sencilla para la depresión como la “hipótesis de la serotonina” sería como la versión moderna de la “piedra de la locura” o la “enfermedad de la bilis negra”. Aunque la hipótesis serotoninérgica tiene muchos más méritos que la bilis negra o la piedra de la locura, no deja de ser una tesis reduccionista y, tal vez, un poco ingenua.