como positivas o reforzantes. Esto facilita, entonces, que la conducta de beber se repita. Sin embargo, esta repetición no implica que hayamos desarrollado la adicción al alcohol, sino que, simplemente, hemos aprendido que «beber tiene premio», pues en determinadas situaciones en las que hemos bebido nuestro núcleo accumbens nos ha avisado de que «si bebemos, habrá premio».