Mi padre murió el miércoles a las 02:00. Deseé tan profundamente que viviera unos años más, y considero su muerte como el último sacrificio que su amor ha hecho por mí. Pues no ha partido de mí, sino por mí, para que llegue a ser algo de mi vida. Lo más precioso de todo lo que me ha dejado en herencia es el recuerdo de él, su imagen transfigurada, pero transfigurada no por mi imaginación poética (pues no se requiere), sino por los muchos pequeños rasgos de los que recién ahora me estoy enterando, los cuales mantendré en secreto sin darlos al mundo. Pues en este momento siento que sólo hay una persona (E. Boesen) con la cual podría realmente hablar sobre mi padre. Fue un «amigo fiel