George Steiner

Los que saben callan, con alguna ilustre excepción, porque saben algo que no pueden explicar a los demás. Por otro lado, es posible que tampoco consigan explicárselo a sí mismos, lo que complica aún más las cosas.

intuición –¿hay algo más profundo?–, la conjetura, tan extrañamente resistente a la falsificación, de que existe una «otreidad» fuera de nuestro alcance da a nuestra existencia elemental su tono de insatisfacción. Somos criaturas con una gran sed, obligados a volver al hogar, a un sitio que nunca hemos

Los profetas, los rapsodas, son ciegos, dice la tradición, por su proximidad a la luz.

sean en esencia un intento de respuesta a esta pregunta

Con la fuerza de su autosuficiencia, el hebreo, el griego y el latín se resisten a una transferencia recíproca, pero la exigen al mismo tiempo.

Puede que el arte sea una incapacidad para ver el mundo tal como es, es decir, que sea una evasión en ocasiones patológica, otras veces meramente infantil

Conoce y desprecia la buena disposición de su audiencia occidental a responder favorablemente, el apetito vagamente lascivo por el sufrimiento distante. No somos tanto nosotros quienes leemos a Solzhenitsin como él quien nos lee a nosotros. Como Tolstói en sus últimos años, Solzhenitsin es un buscador, un fustigador de las debilidades humanas y un incordio para el mundo.

hay una lógica que suscribe el suicida derramamiento de sangre en Camboya. El Gulag no tiene fronteras reales.

Pero hay que preguntarse en qué sentido el edificio soviético de servidumbre y degradación es o no es un segmento de una catástrofe más general.

Solzhenitsin incluso avanzó la suposición de que la Gestapo torturaba para obtener los «hechos», mientras que la policía secreta rusa torturaba para producir falsos testimonios.