No tema –le dijo−, su secreto está a salvo conmigo; no se lo contaré a nadie. Está usted muy cansada y yo tengo la culpa de haberla traído a una habitación caldeada y darle de comer. Tenía que haberla mandado a dormir. Ha debido de pasar muchas horas en los páramos, y hay muchos parajes peligrosos entre la vicaría y la posada Jamaica; esta es la peor época del año en los pantanales. Cuando haya descansado la llevaré de vuelta a su guarida y, si lo desea, yo mismo la disculparé ante el patrón